domingo, 31 de diciembre de 2017




Apuntes sobre la zíngara oriental o mujer nómada.

por Vāyu-sakha.

En 1590, el célebre artista italiano Cesare Vecellio publicó un libro de grabados y anotaciones
sobre los diversos trajes típicos usados alrededor de buena parte del mundo. En su capítulo titulado: Habiti dell’Aſia, & dell’Africa – Indo orientale di condicione, es decir, al abordar la región del subcontinente indio, llamativamente sitúa en primer lugar la xilografía de una mujer romaní seguido de una breve descripción de su etnia y de su vestuario.


En posteriores ediciones de su obra, como en la de 1598 (que incluirá a América), en la 1664 y la de 1860 (que contará con una traducción al francés), el diseño del grabado será reelaborado sin mayores modificaciones, pero la descripción que lo acompañaba resultará seriamente mutilada.

Esta bella postal italiana es una de las más antiguas representaciones de los romaníes en la que ellos mismos se reconocen como originarios de la India.


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CIGANA ORIENTALE, OVERO DONNA ERRANTE.

Zíngara oriental o mujer nómada.

QVESTA è una ſorte di gente, la quale và errando tre giorni in un luogo, et tre in un’altro, et non hanno mai luogo permanente, ſono Christiane, ma hanno qualche diuerſità dalla Fede nostra Cattolica. Il loro Signore, et altri fra loro Nobili s’infarinano la faccia, e tutto il resto del corpo con farina di ſandali macinati, et altri odori precioſiſimi. Hanno un Signore, quale dimandano il Rè di Colucut, il quale come Gentile fa adorare il Demonio in vera forma ſcolpito, et dipinto, dicendo, che ſia ſtato mandato da Dio per far giuſtitia, ſe ben credono in Dio anchora.

Este tipo de personas deambula tres días un lugar y tres días en otro, y no tienen lugar permanente; son cristianos, pero mantienen cierta diferencia respecto de nuestra fe católica [1]. Sus señores, y otros nobles entre ellos, se ungen sus rostros y todo el resto de sus cuerpos con polvo de sándalo molido y otros aromas que son riquísimos [2]. Ellos tienen un señor al que llaman: rey de Colucut, quien -como si fuera un gentil- adora al demonio tallado y pintado en su precisa forma, afirmando que así le fue ordenado por Dios a fin de lograr justicia; si es que todavía creen en Dios [3].    
  
Questo tal Rè hà alcuni Bramini, ouero Sacerdoti, i quali stima aſſai, et quando eſſo Rè vuole pigliar moglie, fa che uno di questi Sacerdoti più honorato dorma prima con la ſua Spoſa, et gli leui la verginità, et poi lo paga di quatrocento, ò cinquecento ducati, dandogli libertà per ſempre di poter uſar carnalmente con eſſa Regina, ſotto al cui Regno ſono queſte ſorti di gente. L’Habito della ſopra poſta Cingara è, che porta in capo una diadema accommodata di legno leggiero, coperta di faſce di tela di molte braccia lunghe. Vſa camice lauorate di ſeta, et d’oro di diuerſi colori con molta bell’opera, et lunghe quaſi fino à piedi, le quali hanno le maniche larghe, et lauorate con bellißimi riccami, et lauori. Si lega un manto di panno ſopra una ſpalla, et ſe lo fa paſſare ſotto l’altro braccio, et è tanto lungo, che arriua quaſi fino à i piedi. I capelli ſuoi cadono dalla teſta ſopra le ſpalle, et con qualche figliuolino ſostenuto da qualche faſcia legata al collo di eſſa vanno coſi vagando.

Este rey tiene algunos brāhmaṇas o sacerdotes, a los que tienen un alta estima; y cuando este rey quiere una consorte, uno de los más respetados sacerdotes duerme primero con su esposa y toma su virginidad [4]. Luego, tras la paga de cuatrocientos o quinientos ducados, le concede su libertad para que el rey siempre pueda usar carnalmente a esa reina, bajo cuyo reino vive este tipo de gente [5]. En la imagen superior, la zíngara porta en su cabeza una corona que está hecha de madera liviana y recubierta con franjas de tela de muchos brazos de largo [6]. Usa una camisa realizada en seda con hilos de muchos colores y fino trabajo, y su largo le llega casi hasta sus pies; sus largas mangas están realizadas con bellísimos bordados y gran trabajo. Lleva un manto de tela que ata sobre un hombro y que cruza por debajo de su otro brazo; es tan largo que casi le llega hasta los pies [7]. Sus cabellos caen sobre sus hombros y, sosteniendo a un niño con una banda atada a su cuello, avanza así en su deambular [8].   


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Notas.

1. El hecho mismo de su origen indio y de su continua trashumancia preservó a los romaníes de verse rápidamente asimilados por la extendida fe católica de Europa. Durante este periodo todavía parecieran haber estado resistiendo en el umbral del sincretismo religioso. Ya con posterioridad, por supuesto, se evidenciará en Francia la particular dulía (permitida pero no oficialmente aceptada) que le ofrecerán a la enigmática santa Sāra, práctica que todavía pervive entre los roms católicos. 

2. El sándalo o candana, ha sido usado desde la antigüedad a lo largo de toda la India y siempre bajo una connotación principalmente espiritual. La pasta se preparaba triturando la madera sobre losas de granito hasta convertirla en polvo, luego se le añadía agua y después algún pigmento agradable. 

3. Es posible que Colucut haga referencia a Kalikātā (Calcuta), capital de Bengala Occidental. Aunque también podría señalar a la ciudad de Koḷikkoṭṭa (Kozhikode), en Keraḷaṁ. Por otra parte, claramente se advierte que los romaníes llevaban consigo un utsava-mūrti (deidad de metal o de madera que era transportable) en sus caminos y le realizaban diversas ofrendas. Dado que Vecellio refiere a “il Demonio in vera forma ſcolpito”, probablemente se tratase de un llamativo estilo de saṁhāra-mūrti (una forma destructiva de Śiva). Puesto que el bhajana o adoración es una actividad esencial del dharma, el autor de inmediato habría equiparado este concepto al sentido de justicia divina según el catolicismo.
   
4. Vecellio, sin duda, malinterpreta una costumbre romaní y proyecta sobre ella la idea medieval del ius primæ noctis, supuesta práctica por la cual el señor feudal se arrogaba el derecho de mantener relaciones sexuales con sus súbditas, en especial las novias. Ni el dharma ni el romanipen o cultura romaní aceptarían una irreverencia tal. Aunque este registro también podrían estar señalando cierta desviación por parte de los brāhmaṇas. ¿Acaso no es posible que, en determinados momentos de su impredecible curso, esta errática minoría étnica haya atravesado por la grave distensión de sus costumbres y por serios dilemas morales? Nótese que casi cuatrocientos años después esta misma desviación aparecerá sugerida por los esposos William y Ariel Durant entre habitantes de regiones desde las cuales pudieron haber partido los romaníes: “Al parecer hubieron ciertas exigencias sexuales que pertenecieron a algunos grupos de brāhmaṇas. Los brāhmaṇas nampūtiris [de Keraḷaṁ] ejercieron el ius primæ noctis sobre todas las novias de su territorio; y los sacerdotes puṣṭimārgas de Muṁbai mantuvieron este privilegio hasta hace poco” (The Story of Civilization - 1935, t. I, p. 486, nota al pie; he actualizado los términos sánscritos).   

5. El kanyādāna era una práctica védica por medio de la cual un padre o tutor hacía entrega (dāna) de su retoño virginal (kanyā) al pretendendiente acompañándola de ciertos regalos –como svarṇas o monedas de oro- como parte de la celebración de la boda; tanto el novio como su familia, por supuesto, correspondían a ese gesto. Lo más cierto es que la descripción de Vecellio intentase retratar una práctica similar por parte de los romaníes, la misma que vendrá a ser conocida como daro. Sin embargo, este daro sólo contemplará que sea el novio quien entregue sus posesiones al padre o la familia de la prometida a fin de poder desposarla, lo cual transformará la práctica en un asura-vivāha o matrimonio de naturaleza indigna. 
   
Entre las ocho formas de vivāhas o matrimonios contemplados en el Mānava-dharma-śāstra, la práctica de adquirir a la novia por un determinado precio simplemente era tolerada y les correspondía sólo a los vaiśyas y sobre todo a los śūdras, las clases bajas de la estructura social: jñātibhyo draviṇaṃ dattvā kanyāyai caiva śaktitaḥ | kanyāpradānaṃ svācchandyād āsuro dharma ucyate | “Se dice que es propio del dharma de los asuras que el novio reciba a la novia según su voluntad después de haberle dado a ella y a su familia los bienes que le fueran posible” (Mn. 3.31).

Por otro lado, y sólo a modo de curiosidad, veamos que el ducado veneciano -de valor vigente al momento en que Vecellio escribiera su obra- equivalía casi a 3,5 grs. de oro fino. Lo cual indicaría que en tales transacciones, el rey cedía un promedio de 1,5 kg. de oro por la novia; es decir, unos USD 56,500 actuales. Lo cual sugiere que, al menos inicialmente, ciertos grupos de romaníes contaban con un importante patrimonio en metal. 

6. Según el grabado y la descripción, no he podido identificar por ahora de dónde podría proceder esta forma de sombrero; es posible que al principio se asemejara mucho a la prenda tradicional que aún utilizan ciertas mujeres de Kinnaura, en Himāchala-pradeśa, India. 

Aunque variaba según la región italiana que lo usara, en Venecia –de donde era Vecellio- el braccio equivalía a unos 68 cms. 

7. Nuevamente, a partir de la limitada representación que hace el autor, no estoy seguro de dónde procedería originalmente esta sencilla forma de llevar sus prendas; probablemente reflejase alguno de los muchos estilos de vestir el sarī y que gradualmente fuera modificándose. Nótese que Vecellio admira las prendas debido a que son de seda, de tonos llamativos y de fina terminación, todo lo cual resultará en evidente contraste con los frecuentes retratos de los romaníes como gentes vestidas con andrajos.

8. Una constante en las antiguas descripciones y relatos sobre los romaníes es la imagen de las kumpanias o grupos de familias en los que nunca faltan las mujeres rodeadas de niños o sosteniéndolos en brazos. El fuerte vínculo e identidad familiar siempre ha sido una constante en su itinerante existencia.


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Adenda: la sencilla postal de Vecellio sugiere que, en la temprana Italia moderna, los grupos romaníes estaban compuestos de brāhmaṇas -que pudieron haber estado desviándose de sus funciones- que se desplazaban junto a una mayoría de personas pertenecientes a los varṇas de los vaiśyas y śūdras. Tales grupos en general vestían bastante bien -sobre todo las mujeres- y posesían un moderado patrimonio en oro, preservaban diversas costumbres védicas y la clara adoración de su utsava-mūrti. A través de tales prácticas e incluso de manera verbal, además, los miembros de estas kumpanias reconocían su directa procedencia de la India.

Ahora bien, dos significativas preguntas que podrían plantearse aquí serían las siguientes: ¿hasta qué punto se diría que han perdurado las originales tradiciones religiosas de este colectivo nómade tras su vasta diáspora e intensa persecución? ¿Cómo podrían recuperar, ahora, una identidad ya bastante deteriorada a fin de revitalizarla y ennoblecerla?

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Fuente: Vecellio, Cesare (1590). Degli habiti antichi et moderne di diverse parti del mondo libri due. Venecia, imprenta de Damian Zenaro. | Bibliothèque nationale de France.



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