domingo, 25 de febrero de 2018



Sobre el valor de las fuentes documentales.

por Vāyu-sakha.

En 1961, el escritor Jean-Paul Clébert publicó la que quizás sea su más reconocida obra: Les Tziganes. En ella, dio lugar a una cita que será profusamente repetida en diversas publicaciones y que pertenece a un autor sobre el que poco y nada se sabe; al menos en español. Veamos:

Una de las personas de nuestro pueblo que recibió la primera revelación fue Sara la Kali. Ella era de noble linaje y jefa de una tribu en la cuenca del Ródano. Ella conocía los secretos que le habían sido transmitidos [...] En aquel tiempo los rom practicaban una religión politeísta, y una vez al año cargaban sobre sus hombros la estatua de Ishtari (Astarte) e iban al mar a recibir la bendición. Un día Sara tuvo visiones que le dijeron que las santas que habían estado presentes durante la muerte de Jesús pronto llegarían y que ella debía ayudarlas. Sara las vio llegar en una barca. El mar estaba embravecido y la barca amenazaba con hundirse. Sara extendió su vestido sobre las aguas y, usándolo como balsa, llegó hasta donde estaban las santas y las ayudó a llegar a tierra firme a través de su oración.

En ocasiones, ya sea en francés, inglés o en nuestra lengua, la sección en negrita aparece modificada: “María Salomé extendió su vestido sobre las aguas y, usándolo como balsa, Sara llegó hasta donde estaban las santas y las ayudó a llegar a la tierra firme a través de su oración” [1]. Luego, ¿cuál de estas versiones es la auténtica?

El párrafo en cuestión proviene de la obra de 1956: Tziganes, témoins du Temps, de Frans de Ville. Lamentablemente, no he podido hallar el original de esta obra para verificar la precisión de la cita y para obtener, además, una idea cabal sobre su contexto; algo que, por cierto, tampoco han de haber hecho quienes se aferran a este fragmento para erigir sus suposiciones [2].

Al parecer, De Ville fue filólogo clásico y orientalista, si bien lo más seguro es que tradujo a su lengua obras en inglés que versaban sobre la antigua literatura sánscrita. Y aunque en su momento hubo quien elogió su trabajo sobre los romaníes, el historiador Ruggiero Romano fue algo más moderado al respecto: “El denso libro de Frans de Ville es un cautivante compendio sobre la existencia de los gitanos. Sobre la existencia, no sobre la historia; lo cual es una pena”. Y eso porque en el s. XX, a su entender, “las pruebas históricas son las más convincentes” [3].

Si la anónima fuente de este escritor francés realmente existió, ¿habría sido un miembro de la familia kale, sinti o manuš? ¿Y en qué particular contexto habría expresado sus palabras? Sobre todo, ¿cuánta credibilidad le cabe a un moderno testimonio indirecto, aislado y tardío -carente de algún otro registro histórico de apoyo- que da certezas sobre una tradición que se remontaría por lo menos ¡a unos 500 años!? Por el momento, el único apoyo de este relato sería la breve cita hallada en un sencillo manual del santuario de Saintes-Maries-de-la-Mer publicado el mismo año que el libro: 


En la cripta de la iglesia se puede ver a la estatua de santa Sara, su altar, sus reliquias; los bohemios la honran como su patrona, en especial el 24 de mayo. Según ellos, Sara era uno de los suyos, originaria de la región, la primera convertida por las santas y luego su sierva [4].  

En aquella imprecisa cita de De Ville y en esta otra del manual, por supuesto, la sugerida historia de Sara difiere de la sostenida por los elaborados relatos franceses procedentes de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna. Se trata, en verdad, de simples fragmentos del s. XX que increíblemente siguen convenciendo a las personas de un hecho un tanto contrario al registrado en los centenarios manuscritos [5]. ¿Por qué esta vaga idea sigue siendo ampliamente aceptada? ¿Quizás por la apertura que posibilita a la fácil especulación e inserción en los dominios de la new-age?

A partir de las fuentes escritas más antiguas sobre el tema, es posible observar que a lo largo de los siglos el imaginario francés concibió a Sara como la sierva de María. Y los romaníes aparecieron en suelo europeo en ese preciso contexto, revitalizando una tradición religiosa que todavía se mantiene con vida.


Notas:

1. La edición en español: Los gitanos (1965), de Aymá S.A. editora, no es nada literal en su traducción y registra la primera de las versiones.
2. Si el lector poseyese la edición en francés de cualquiera de las obras mencionadas, de Clébert o de De Ville, le agradecería si pudiese compartirlo. La bibliografía original al respecto no siempre está al alcance o es de fácil acceso.
3. Annales. Économies, Sociétés, Civilisations; año 14, n. 1, 1959.
4. Les Saintes-Maries-de-la-Mer, manuel des pèlerinages; la introducción a la leyenda le pertenece a un religioso de apellido Mazel. No ha de confundirse esta obra -tal como lo hace el antropólogo Marc Bordigoni- con otras de títulos similares, como la que pertenece al abad J.M. Lamoureux: Manuel pour le pèlerinages des Saintes-Maries de Provence, de 1881; obra que no dice nada semejante al pasaje de De Ville.
5. Véase la serie de: Sara e Kali: la sierva íntima de María. Clébert se equivoca al decir que la primera mención de Sara data de 1448, pues la mujer aparece ya alrededor de un siglo antes.




Licencia de Creative Commons

0 comentarios: